04 marzo, 2006

Veo un campo enorme casi infinito.
Este fue uno de los primeros poemas que he escrito (allá por el dos mil dos de nuestra era) y el primero que leí en la tertulia de Atril.

Veo un campo enorme casi infinito.
Veo un campo metálico y el ruido de las estrellas nos salpica a todos.
Veo una alambrada que corre a través de un cerca que serpentea
un camino que cruza un puente que pasa por encima de un río
que llega hasta un foso que hay en un bloque que tiene una tapia
sobre la que salto y llego al otro lado y no sé lo que veo y veo que
no sé lo que hay y hay lo que no sé y ni siquiera veo y no puedo
probar su existencia pero no sé si soy consciente de que en la torre
del bloque hay una luz por la que voy a pasar y me tendré que perder
pero no puedo y no pienses más que crees que estoy loco
en este amanecer lo veo todo
es una inmensidad acelerada en un trocito de luz
en un espació continuo el universo paralelo
en el cosmos en expansión
en algún planeta extraño
lo veo todo.
Y me veo a mí.